Cuenta el decir: Por un clavo se perdió una herradura; por una herradura un caballo; por un caballo un caballero; por un caballero una batalla y por una batalla se perdió un reino. Así fue la inoportuna caída del Rey Ricardo II de Inglaterra cuando perdió la batalla en Gales en 1399, contra las fuerzas de Enrique de Láncaster, Conde de Richmond.
Estando en medio del campo de batalla cuando el caballo de Ricardo perdió la herradura, tropezó y rodó, haciendo caer el jinete. Antes que el Rey pudiera tomar las riendas, el asustado animal se levantó y echó a correr. Ricardo miró en derredor. Vio que sus soldados daban media vuelta y huían, y quedando solo, las tropas de Enrique lo rodearon y apresaron. A seguidas fue obligado a abdicar y su oponente victorioso se convertiría en Enrique IV. De ahí que por un clavo se perdió un reino.
Los hechos no acontecieron así de simple pero desde entonces esta versión oral quedó incorporada a la sabiduría popular. Refería, sí un hecho cierto pero lo simplificaba con tal de resaltar el detalle. La vida, la realidad, las situaciones son asaz mas complejas que sostener que una mínima acción puede provocar eventos que influyan en diferente medida en el curso de la historia.
En las elecciones presidenciales del año 2000 en la Florida las boletas que no se marcaron (los “undervotes”) se convirtieron en el detalle que las convertirían en las mas impugnadas y criticadas de la historia política americana. Fue un detalle importante por el peso decisivo que asumió el conjunto de electores del estado en el colegio electoral. Lo cierto fue que en los meses posteriores en Estados Unidos, se llevaron a cabo reexámenes de la documentación, diagnósticos, y propuestas de soluciones. Las máquinas se sacaron de circulación y se adoptó una nueva tecnología, aunque hoy día se hable con insistencia de abandonar el voto electrónico y volver a las boletas de papel impreso.
También en República Dominicana las dos últimas elecciones congresionales, y en particular, las del pasado año de 2006, mostraron como un pequeño detalle técnico tuvo repercusiones negativas. El cómputo electoral –que ha de pretender un contar bien y rápidamente- tuvo una dilación inusual al punto de terminar siendo el mas largo desde 1982 (siete días y diez horas). Son obvios los peligros políticos: un proceso de cómputo lento acarrea tentaciones y estimula el descreimiento. No es un secreto que, en un momento determinado, se quiso suspender.
Cualquiera que disponga de alguna experiencia directa con las elecciones y por tanto, que haya bregado con papeles llenados en las Mesas Electorales sabe cuan frecuentes han sido los errores y los problemas de cuadres y sumatorias finales de los escrutinios. En particular, los cuadres entre los votos validos, nulos y observados, el de las boletas dentro de las urnas y las sobrantes, el total de los votos emitidos… Las sumas finales han acarreado muchos errores al punto que en varias oportunidades cierto tipo de información no ha podido ser tabulada ni utilizada. Afortunadamente los resultados de la votación por partido nunca se han visto afectados. Son los cuadres generales lo que han presentado problemas. Recuérdese que en 1982 el entonces Partido Reformista elaboró su estrategia de impugnación fundándose en este tipo de alegato, que consideraron fraudulento. Manipulación no hubo entonces pero si falta de destreza en los cuadres finales.
Con esta experiencia -un foco-problema repetitivo- el diseño de los formularios exige mucha sencillez para facilitar precisamente los cuadres en las actas. Sin embargo, los formularios utilizados en el 2002 y 2006, en vez de mejorarlos los tornaron mas confusos y oscuros al combinar dos resultados (la votación no preferencial y la preferencial) e inducir al cuadre de la votación por partido, en un único formulario. Mas fácil hubiera sido si se mantenían separado ambos resultados, en dos páginas del acta. En fin de cuentas son dos cosas diferentes a ser utilizadas en momentos distintos.
Los problemas se verificaron en el nivel congresional y no en el municipal. Lo nuevo en el 2002, repetido en el 2006, fue el voto preferencial. La votación preferencial se toma en consideración luego de determinar la votación de cada partido y no como otro elemento constitutivo. La votación del partido es la que se toma en cuenta para la aplicación de la formula proporcional. La votación preferencial se toma en consideración, cuando ya se han definido las diputaciones que le corresponde a cada partido. Se usa únicamente para determinar el orden de los candidatos en la lista que es el criterio que determina quienes finalmente son los electos en los puestos que correspondieron al partido.
El combinar dos cosas diferentes y hacerlas interdependientes en único cuadre la oscurecía y dificultaba al punto de tornarla poco entendible y, por tanto, menos fácilmente explicable. El entrenamiento del personal de las mesas tenia que bregar con eso.
Los problemas y las dificultades -en nuestro medio- en vez de analizarse y diagnosticarse de inmediato, se dejan congelar. Y asi, olvidadas, nos vemos impelidos a repetir los mismos errores.
© Julio Brea Franco 2007
Florida, USA
Publicado originalmente en
Periódico HOY de
Republica Dominicana
Abril 17, 2007