Resulta fácil determinar aquellos aspectos de la reforma constitucional a los que el Presidente de la República le ha dado particular énfasis. Los que son más imputables a su autoría. Basta solo comparar atentamente el documento elaborado por la Comisión designada y el proyecto que finalmente se introdujo al Congreso Nacional. Obviamente, al suscribirlo el Presidente hizo también suyas las propuestas de aquella salvo precisamente las disposiciones que cambió.
Que le haya hecho modificaciones no constituye nada impropio y menos que haya actuado de un modo políticamente incorrecto. El proyecto es una iniciativa del Ejecutivo, esta calzado con su firma y haciéndolo asumió toda la responsabilidad. La propuesta es del Presidente.
Tampoco valen las críticas, aunque se utilicen como munición política, ni a la misma comisión ni al Presidente, por no haber acogido plenamente las sugerencias de las llamadas “consultas populares.” El propósito de ellas nunca fue deliberativo sino mas bien informativo. Pero también eso implica dejar de lado el exceso de entusiasmo y la propaganda de pretender que por ellas se convertirá en la reforma “más democrática” de todas las realizadas en el país.
En la misma parte que recoge la principal normativa electoral se encuentran algunos de esos énfasis presidenciales. Además de la unificación de las elecciones, la disposición sobre las juntas electorales –aparentemente poco significantes- se destaca la resistencia a que la designación de los representantes nacionales a los parlamentos supranacionales sea por elección.
La comisión incluía esta disposición (Art. 245) sin embargo fue obviada en la propuesta. República Dominicana participa en el Parlamento Centroamericano. Es observador especial (por ser signatario del SICA, el Sistema de Integración Centroamericana). No tiene la calidad de miembro permanente pues los representantes dominicanos al PARLACEN no son escogidos por elección directa, que es la condición establecida de manera expresa por el tratado constitutivo.
Mantener el status quo, que los representantes sean nombrados por el Presidente implica retener una buena alforja de cargos políticos (20 miembros y sus respectivos suplentes) para la negociación y la toma y daca política. Este tipo de cosas son de las que inflan el poder presidencial. Hace unos pocos años, circulo un anteproyecto que establecía la elección de esos diputados en las congresionales-municipales.
En la propuesta se vuelve de nuevo a las elecciones simultaneas completas, para que los tres niveles, presidencial, congresional y municipal se celebren en el mismo momento cada cuatro años.
Con ella supuestamente se pretende complacer a una “demanda generalizada” de alargar el tiempo interelectoral de manera de limitar el hilarante activismo político. Se va a la unificación sin que se haya ponderado otras opción como sería la de acercarlas en un modelo de elecciones consecutivas, primero las congresionales municipales y luego las presidenciales.
La unificación favorece el poder presidencial. Se le “protege” del castigo electoral a medio periodo, para que reciba un cheque por cuatro años sin que tenga que hacer esfuerzo alguno para mantener la aceptación en un momento intermedio. Y eso debilita aun más la rendición de cuentas -que tanto preocupa, con muchísima razón, a Bienvenido Álvarez Vega.
© Julio Brea Franco 2009
Florida, USA
Publicado originalmente en Periódico HOY de
República Dominicana
Febrero 24, 2009