Que la Junta haya aprobado el reglamento de campaña no implica que su pleito intramuros se haya resuelto. Hay razones más que suficientes para sustentar la afirmación. Lo del reglamento es tan solo el ultimo “round” de un “match” que inició desde la misma inauguración de la actual composición.

Ciertamente ha contribuido en mucho la mala reforma aquella que repartió las atribuciones de la JCE en tres instancias –dos cámaras y un pleno- por motivos meramente contingentes. Fue ingeniería pésima urdida en la politiquería y bendecida por la “academia” con el propósito de constreñir una presidencia plenipotente y personalista en ausencia de un mecanismo de remoción todavía inexistente.

Y lo peor es que los auspiciadores de entonces son ahora los voceros de la sensatez, de la cordura y la prudencia. Son los que regañan a los muchachos y las muchachas de la Junta por entramparse en bagatelas. Mientras eso sucede ahora también resulta que voceros de la institucionalidad acaban de tomar conciencia que en la Junta lo que hay es una muchedumbre y que debe reducirse a la carrera. Desde el 2000 andamos a cuestas con esa carga: primero siete y luego nueve miembros. Pero nada se dijo cuando era oportuno y necesario, precisamente en el 2006.

El pleito tampoco se va a resolver con otra comisión -de las tantas que abundan- para que analice el problema de las competencias. Para mal o para bien lo que hoy hay fue lo que estableció la reforma oportunista aquella. Hay una sola manera de resolver el asunto y se sabe cual es.

Hay en el pleito mucho de egos y personalidades pero también resentimientos. Demasiados deseos de ocupar la presidencia de la Junta que quedaron insatisfechos. Rosario fue vetado y la Fernández ni siguiera logro ninguno de las otras dos presidencias internas. El Presidente de la República tenia su hombre, el mismo al que agradecidamente envió a Canadá. En su momento le fue útil, muy útil. Rosario, en aquellas elecciones del regreso, estuvo presente pero su enojo no exploto pues no era para nada recomendable. Era su team el que ganaba.

Además, y debajo de la superficie, está la pugna interna que se mantiene en el PLD oficial. Los choques personales se advirtieron desde los inicios mismos al igual que la lucha política. Que era SOMO, que eran los incentivos, que eran los gastos de campaña de las primarias del PLD, que es la licencia que tiene que tomar el Presidente en reelección, que son las declaraciones y contradeclaraciones públicas, que era la marginación del pleno, que es, ahora, el manejo de gran parte del presupuesto. La lista es ya larga y seguirá creciendo.

Un aspecto que los administrativos mencionaron, sin elaborar, fue el decir que había “conspiración”. De ella hablo Aquino. Lo mencionó pero no abundó. Y al parecer nadie le preguntó. Rosario, por otra parte, ha insistido que la crisis de la que se habla es ficticia, es decir, que no es real, que está siendo creada. Bueno, pudiera haber coincidencia: Castaños también niega que exista pues cada vez que culmina una de la maratónicas sesiones, iluminado se manifiesta eufórico por el entendimiento que primó.

El presidente de la Cámara Administrativa ha sido enfático en afirmar que esta Junta no será solapa de nadie. Para buen entendedor pocas palabras bastan. Es probable que termine excomulgado, si es que ya no lo está.

La conspiración a la que alude Aquino ¿es intramuros o extramuros? ¿Es que hay aliados internos al Master Plan externo?

Ciertamente que es muy lamentable lo que sucede. Gente capaz que es incapaz de trabajar en concierto. Febriles deseos de reproducción política. El pastoreo como destino manifiesto.

La mala política es cinismo y niebla. Pero si los que hablan de malévolas trapisondas no son políticos, entonces, ¿por qué no hablan claro?

© Julio Brea Franco 2007

Florida, USA

Publicado originalmente en

Periódico HOY de

Republica Dominicana

Septiembre 18, 2007