La reelección presidencial ha sido y continúa siendo un aspecto sensible en las discusiones sobre las reformas políticas en Latinoamérica. La experiencia muestra que todas las opciones han sido ensayadas: desde su proscripción total a su aceptación completa e indefinida. Lo mismo puede decirse con las soluciones intermedias: limitación a dos períodos consecutivos, y no más; prohibición para el período siguiente pero aceptable para otro futuro.

La escogencia de una solución determinada en un momento dado no ha sido rígida. Vuelve…se revisa…se cambia. La ausencia de estabilidad de la regla se evidencia incluso en la denominada Tercera Ola de Democratización que arrancara desde finales de la década de los setenta e inicio de los ochentas. Las discusiones, los análisis, los debates políticos han ofrecido una variada gama de argumentaciones a favor y en contra y aun así no se arriba a un consenso definido. Es difícil que ocurra dada la cultura política y sobretodo las ambiciones de poder.

Lo que se advierte a nivel regional lo encontramos por igual en el país. La primera reelección del presidente Balaguer en 1970, en su momento produjo reacciones de oposición en su partido al punto de generar una división encabezada por Augusto Lora. Pero su intento fue exitoso y volvió a serlo en 1974 usando los recursos del poder y a pesar del boicot de la oposición de entonces que sin duda debilitó su legitimidad. En aquellos años fue mucho lo que se escribió en contra de la reelección pero el arreglo institucional siguió inalterado. La crisis política que siguió a las elecciones de 1994 terminó con un rediseño institucional que no la incluía. Previamente los cánticos y las fantasías de seguir estuvieron presentes en los círculos más estrechos de los presidentes.

Todo parecía ya superado cuando en una iniciativa errónea -el presidente Mejía, ahora, así también la califica- volvió sobre el asunto, logrando cambiar la regla. Fue tan descabellada la iniciativa que el promotor terminó desfavorecido favoreciendo al Presidente Fernández: el tiro le explotó en la escopeta. Ahora, sin tener que cambiar nada, el Presidente va camino hacia ella. Con disidencia -justificada o no. El resultado es previsible: aun ganando será una batalla desgastante. Para su partido, para él mismo y para la democracia nacional que nuevamente tendrá que pasar por el trajín.

La posibilidad que un Presidente en ejercicio se repostule en un período siguiente, acarrea rarefacción de la atmósfera política y, en consecuencia, electoral. No le encuentro mucho sentido aquí y ahora decir si el Presidente hace bien o mal buscando una reelección que nada se lo prohíbe. Su sentido político y la manera como quiere utilizar su capital político es un asunto que le compete. La política es acción pero también consecuencia.

No obstante es pertinente destacar las situaciones que puede acarrear en la dinámica del sistema político la reelección tal como está reglamentada. El hecho que un Presidente decida optar por la reelección no significa que lo logre. El ejemplo del presidente Mejía es muy elocuente.

Ahora bien, ganarle a quien quiere seguir en el cargo en un contexto en donde el abuso de los recursos del poder no son atajables, complica en mucho. La Presidencia de la República tiene mucho peso, maneja generosos recursos, mucho dinero y la tentación de usarlo con ese propósito al parecer luce irresistible.

Hemos avanzado en lo fundamental en la sucesión política mediante elecciones: mediante su dispositivos Balaguer fue derrotado una y otra vez, el PRD ganó y gobernó y posteriormente el PLD también. Aun con problemas, sobresaltos aspavientos y apelaciones dramáticas y extemporáneas. Pero de nuevo las mayorías se han impuesto.

Se ha hecho camino y se ha aprendido en el intento. Sin embargo no es menos cierto que aun hemos de recorrer un buen trecho para contar con reglas electorales equitativas y aceptables, con una instancia eficiente y sólida para la administración y justicia electoral sin necesidad de ayudas mediadoras. Eso significa que aun exhibimos debilidades que no filtran por completo las travesuras ni ofrecen la tranquilidad y la confianza del que ganó, ganó y el que perdió, pues perdió.

© Julio Brea Franco 2007

Florida, USA

Publicado originalmente en

Periódico HOY de

Republica Dominicana

Enero 30, 2007