Siempre es bueno estudiar las elecciones después que han transcurrido. El análisis puede ser más sereno y más reposado en la comprensión y explicación. Más aun en elecciones conflictivas o reñidísimas. Las cadenas de televisión más importantes de Estados Unidos, en su apuro noticioso, incurrieron en el papelazo de decir y desdecirse.

Entre las siete y las ocho de la noche del 7 de noviembre aquel del año 2000 adjudicaron los 25 votos electorales de Florida a Al Gore. Poco después, en un lapso de 10 minutos, tuvieron que dar reversa y la regresaron a la columna de estados no decididos. Ahí la mantendrían por unas cuatro horas hasta declarar la victoria de Bush adjudicándole una diferencia de unos 50 mil votos. Pero hubo más: muy rápido el margen sería tan estrecho –mil votos apenas- que hacía imposible anticipar su resultado.

Mientras eso ocurría en Estados Unidos, a los pocos minutos que declararan a Bush como próximo Presidente de Estados Unidos, los líderes del mundo se peleaban por ser los primeros en hacer llegar sus felicitaciones. Así en el cuartel Bush en Austin, Texas, se recibían los efusivos mensajes de Rusia, China, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia, los Países Bajos, la Unión Europea, Turquía, Indonesia y Australia, todas naciones ansiosas por establecer relaciones estrechas con el hombre más poderoso del globo.

Y después cundió el embarazo: muchos se refugiaron en el silencio con tal de no empeorar el papelazo importado de las cadenas. Fue una situación delicada y todo por el apuro y las características de la contienda.

¿Qué fue lo que causó que las cosas salieran tan mal? Desde el inicio se apreciaba cómo los medios delataban su simpatía hacia Gore pero de ahí a hablar de manipulación de la informacion de una manera tan burda y torpe es una exageración injustificada. Estados Unidos no es tierra de fraudes masivos por razones explicables.

Definir el resultado de una elección presidencial en Estados Unidos es relativamente fácil. Por lo pronto, en un primer momento, no se requiere de la precisión de un resultado cuantitativo, que es algo que toma su tiempo. El partido y candidato más votado en cada Estado simplemente se adjudica la totalidad de los delegados en el Colegio Electoral. El que pierde no se lleva ninguno. Lo importante entonces –en el cómputo preliminar- no es tanto por cuántos votos ganó, sino saber quién ganó y por cuál porcentaje. Para eso no cuentan los votos. Se toman muestras de precintos o mesas electorales estudiadas por años, se saca el resultado de ellas que se da como valido. Como en Estados Unidos no existe una entidad central de organización de las elecciones (como entre nosotros con la JCE) los datos hay que buscarlos en los precintos y en los condados.

Las cadenas cuentan con una legión de empleados en el Servicio de Noticias de los Votantes (VNS) que rodean los lugares de votación y con una muestra aleatoria de votantes los encuestan sobre por quién votó. El propósito es que los ciudadanos puedan irse a acostar sabiendo quién fue el que ganó. No hay que estar pendiente a la letanía aburrida de los resultados por boletín y condado por condado. Los medios trabajan con proyecciones, no con resultados en firmes y precisos, simplemente por éstos se obtiene después –cuando se cuenta con detalle, se agotan los plazos para las impugnaciones y, finalmente, se certifica el resultado por condado y luego por el Gobierno del Estado. Y eso se toma días.

Los datos que se van recopilando llegan a las sedes centrales de las cadenas y son introducidos en computadoras con programas. De ahí salen proyecciones y predicciones. Es esto lo que permite que sus noticieros y paneles hablen de ganadores o perdedores al minuto que se cierran las urnas. Eso está bien para un proceso digamos normal.

El gran problema surge en elecciones infernales. El infierno electoral reaparece cuando se verifica un empate o una diferencia tan mínima como los 1000 votos de la Florida 2000 sobre un total de 5 millones de votantes. Ahí no hay ni muestra ni boca de urna que funcione de manera eficaz. Y si además hay votos ausentes y votos tempranos que llegan después, las cosas se complican de mucho.

© Julio Brea Franco 2007

Florida, USA

Publicado originalmente en

Periódico HOY de

Republica Dominicana

Julio 17, 2007

© Julio Brea Franco 2007

Florida, USA