La inequidad de la situación de la mujer en comparación a la del hombre es una realidad insoslayable. La geografía del discrimen es global. Aun en el 2007, los indicadores muestran que “la inequidad persiste”. Ha habido mejoría, pero se aprecian aun retrocesos e incluso pocos progresos. Hay zonas geográficas mejores y otras peores.

El avance es una resultante de los esfuerzos internacionales promovidos por Naciones Unidas. Desde ella, más allá de la expresión de preocupación, se han realizado análisis diagnóstico y trazado y acordado líneas de acción.

Desde México (1975), Copenhague (1980), Nairobi (1985) se fueron construyendo las bases para la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en Beijing 1995, donde se aprobó una Declaración y una Plataforma de Acción.

Fue de Beijing de donde se desprendieron las llamadas políticas de “acción positiva” o acción afirmativa, que procuran acortar las brechas entre mujeres y hombres. Una de ellas es la denominada “cuota femenina” en la representación política.

Es acción positiva: interviene alterando conscientemente una teórica y formal igualdad de acceso a los cargos electivos para favorecer la visibilidad política de la mujer. Se le otorgan ventajas para que puedan ingresar y actuar en los órganos representativos en los que han estado en escandalosa minoría. En el mundo masculino la mujer se encuentra devaluada, instrumentalizada, cosificada.

Se habla de cuota pues se establece un mínimo de mujeres que han de ser incluidas en las listas de candidatos. La casuística es muy variada y gira entre el 20% y el 50 %. Cada país ha fijado y fija la magnitud. El requerimiento de que los partidos tengan postular mujeres ha contribuido a que hayan sido elegidas y desde dentro han comenzado a forzar sus propios liderazgos.

Las cuotas no implican que las mujeres sean elegidas en el mismo porcentaje. Es un error analítico enfocar el asunto de manera cerrada. Las cuotas se refieren a candidaturas y estas van a depender, para ser electas, de la votación que obtengan en las elecciones. La cuota es una herramienta, una palanca, una ayuda para perforar un ambiente y una cultura que ha sido tendenciosamente refractaria.

Como el sistema de cuota por sí mismo no asegura mayor cantidad de mujeres electas, se han excogitado ajustes adicionales: con el mandato de posición en las listas se establece cierto tipo de orden para que no sean relegadas a los últimos puestos. Como caso extremo se suele mencionar a Rwanda que ha fijado una cantidad de puestos electivos y gubernamentales para ser desempeñados por mujeres.

Si se quiere que más mujeres ocupen posiciones, y que las alcancen mediante elecciones, tienen ellas que desarrollar liderazgo. Y el liderazgo se forja con el trabajo y la acción continua.

Ciertamente hay muchas barreras y limitaciones pero ellas han sabido dar batallas y avanzar.
Las cuotas ayudan a estimular la participación y ésta a alcanzar visibilidad. Este solo esfuerzo es factor de cambio dentro de una cultura reacia; que no se transforma en un tris. La mujer ha de ser ayudada -sin duda alguna- pero eso no la exime de tener que hacer su trabajo.

© Julio Brea Franco 2008
Florida, USA
Publicado originalmente en Periódico HOY de
República Dominicana
Diciembre 2, 2008