Pese a la rabiosa actualidad del tema de la automatización del proceso y escrutinio del voto en las elecciones, todavía son poquísimos los países que lo han adoptado en un 100 por ciento. Sin embargo, un número creciente de estados lo vienen experimentando, lo estudian y debaten. La decisión no es tan fácil como pudiere pensarse. El tema en el país empezó a considerarse cuando la JCE suscribió el contrato con el consorcio SOMO para la automatización del registro civil, del electoral y de la votación.

No es asunto sencillo. Hay muchas dudas, malas impresiones y desconfianzas. El debate está abierto incluso en Estados Unidos luego de las elecciones del 2000 en la Florida, de los escándalos con la Diebold y de reportes muy serios como el Brennan Report del 2006. En el presente, el Gobernador en la Florida trabaja en el proyecto de cambiar los tipos de máquinas que se han utilizado en los recientes 6 años.

Los aspectos más delicados que plantea el voto electrónico son de la seguridad, privacidad y confiabilidad. Pero el asunto se hace más difícil por las costumbres y los valores que tienen los votantes luego de décadas de uso de sistemas manuales. Sustituir el papel por una pantalla, resultados visibles por virtuales, tomará mucho tiempo. Algo similar ocurre con los libros: pese al Internet y el tratamiento digital, los libros no parecen abdicar en la preferencia de los lectores.

El voto electrónico es un componente de importancia en el proyecto JCE SOMO: 10.4 millones de dólares y unas 13 mil y tantas máquinas UE2000 utilizadas en Brasil. En la Junta hay defensores que abogan por su implantación rápida. El presidente anterior y uno de sus miembros, en medio del desconcertante cómputo de 2006, declaraban que esos problemas no se hubieran presentado con el voto electrónico. Vana ilusión. La simplicidad de estas afirmaciones solo pueden entenderse por la poca información en que se apoyaban sus opiniones o por los intereses particulares que los entusiasmaban.

Es mucho lo que puede analizarse de la solución propuesta (digamos la solución brasileña). Algunos de sus aspectos generales han sido ya comentados Sin embargo hay también asuntos específicos que deben ser tenidos en cuenta: la identificación del elector que utiliza la urna electrónica 2000 y la relación votantes, máquinas y tiempo.

La UE2000, fabricada por la Diebold, agrupa tres operaciones en una sola. La identificación del elector, la votación en sí y el escrutinio (dentro del equipo electrónico). El elector llega a la máquina, introduce su número de identificación, luego procede a votar y, cerrada las votaciones en la mesa, el equipo procede luego de un comando específico a realizar el escrutinio. Son tres momentos que han de mantenerse separados. En ningún sistema de votación electrónico, con la tecnología aun disponible, se procede de esa manera. En Estados Unidos la identificación se mantiene divorciada de la votación. Parte del “staff” de la mesa se encarga de esta función.

La separación de operaciones es garantía y ofrece, además, una ductilidad en la dinámica de la votación. Que el equipo disponga de la información de los electores hace aun mucho más vulnerable la manipulación del software y la intromisión de intrusos (hackers) pues está disponible la información para hacerlo. Es mucho más probable, con los datos del votante, violar la privacidad y el secreto del elector.

Pero hay otro aspecto conexo. En las pasadas elecciones 2006 se habilitaron 12,371 mesas en razón de un promedio de 434 electores. Según las informaciones técnicas de TSE de Brasil y de expertos brasileños, éstas soportan hasta 400 electores. En cada mesa se dispondría de un equipo [las 13 mil máquinas no dan para disponer de respaldo por Mesa). Piénsese en las filas y la larga espera que implicará llegar a la urna electrónica y emplear tiempo para hacer la selección al votar. Cuando se separa la identificación de la votación se pueden usar varias urnas al mismo tiempo, pero eso no se puede hacer si están unidas a la identificación. La duración de la jornada de votación será mucho más larga y tediosa para los electores.

En el 2006 cambiaron la caseta cuádruple por unos atriles individuales que no aseguran la privacidad al momento de marcar la boleta. La cuádruple permitía que cuatro votantes, comprobada su identificación, marcaran al mismo tiempo sus boletas de manera totalmente privada, para luego depositarlas en las urnas. Se diseñó de esa manera precisamente como resultado de un detenido estudio de tiempo y movimiento en las mesas electorales. Y funcionó porque agilizó la votación.

Ahora, con este sistema de lenta votación y sin suficiente equipo de respaldo, si se presenta una avería que siempre las hay, aumenta la probabilidad de problemas. Como reza la antigua expresión germana aquella: en los detalles está el diablo. Por eso es importante tomarlos en consideración.

© Julio Brea Franco 2007

Florida, USA

Publicado originalmente en

Periódico HOY de

Republica Dominicana

Mayo 29, 2007