Las tormentas se disipan aunque dejan un recuerdo imborrable cuando provocan daños materiales y, más aun, pérdidas de vida. La tormenta electoral de Florida en el 2000 se diluyó pero dejó un mal sabor que aún hoy se puede apreciar.

Por algo es que las máquinas de votar y otros aditamentos tecnológicos continúan siendo motivo de discusión y debate. En la recta final de aquella presidencial americana, los tribunales se pronunciaron, no para declarar un ganador sobre el otro, lo que en absoluto no es de su competencia, pero si para paralizar el recuento de votos en algunos condados de Florida. No solo tuvo que ver la Suprema del Estado sino, más aun: la Corte Suprema de Estados Unidos con jurisdicción federal.

La campaña de Al Gore – el hoy abogado del enfriamiento global – pretendía que se recontaran aquellos votos inválidos cuya indefinición derivaba del supuesto mal funcionamiento de la Votomatic – las máquinas aquellas con las que se perforaban las boletas – por una parte, y del imperfecto diseño de la boleta de Palm Beach.

Por el contrario, la campaña de George Bush consideraba que continuar con el recuento contribuiría a una mayor confusión creando las bases para una potencialmente complicada situación política.

Los recuentos electorales, cuando se realizan sin un protocolo claro y detallado, introducen elementos subjetivos en la validación de los votos. No es fácil determinar cuando un votante actuó tontamente, se equivocó, no supo hacerlo o realmente se sintió confuso en el uso de un artefacto para expresar su decisión. El determinar cuál fue la voluntad que quiso manifestar, es un asunto de interpretación.

En el pasado reciente dominicano pueden señalarse dos experiencias de recuentos electorales con consecuencias muy distintas. La una fue las elecciones de 1990 cuando se llevó una revisión nacional en la sede la JCE sin explicitar previamente procedimiento alguno. Aquello terminó abruptamente sembrando mas incertidumbre que la que pretendía superar (¿?).

La segunda se realizó en 1994, cuando por primera vez se revisó la totalidad del cómputo electoral preliminar. Para llevarla a cabo es estableció una metodología y se usaron formularios diseñados al efecto. Esa experiencia, sin embargo, pasó por debajo de la puerta, pues el problema, y la gran objeción de esas elecciones, fueron las listas electorales y no el cómputo de los votos. El PRD decidió no participar, continuando con su estrategia de deslegitimar las elecciones de las que estaba convencido que habían sido fraudulentas en su perjuicio.

Lo cierto es que en un ambiente de tensiones y contradicciones, enfrentarse a un recuento a la libre, sin protocolo explícito, es comprar un gran problema. Los recuentos deben reglamentarse y preverse en la normativa electoral, de modo que cuando llegue el momento se proceda racionalmente.

La decisión de paralizar el recuento en las elecciones floridanas del 2000 favoreció a Bush; cuando menos eso fue lo que se dijo entonces y aun se repite. La Suprema Corte fue criticada por una decisión parcializada en la que se impuso por una mayoría de cinco contra cuatro. El voto de los conservadores fue la supuesta clave de la victoria de Bush.

¿Realmente fue así? La respuesta no se hizo esperar. Concluidas las elecciones una pléyade de organizaciones sin fines de lucro y varios de los principales periódicos de Estados Unidos logró la autorización para realizar ex post facto el recuento. El resultado fue que Bush ganaba aun si se hubiese llevado a cabo el recuento. Hay varios libros que recogen estos informes y resultados publicados por las editoriales de los mismos periódicos y organizaciones.

Estudiar elecciones problemáticas es tan útil ejercicio como analizar casos de comicios normales; precisamente por lo mucho que enseñan. ¡Claro, cuando hay deseo de aprender! Estas reconstrucciones reposadas apoyadas en datos reales, es lo que permite aislar las dificultades para entonces buscarle solución. Eso es lo que ha de hacerse si se actúa con madurez. Lo que no necesariamente es el proceder acostumbrado en nuestro medio tropical y de exuberante naturaleza.

© Julio Brea Franco 2007

Florida, USA

Publicado originalmente en

Periódico HOY de

Republica Dominicana

Agosto 14, 2007